martes, 9 de octubre de 2018

Afluentes influyentes

Rompo el silencio de nuestros brazos con una caída libre,
y empieza la tregua de los vuelos migratorios,
del desvío de las vías que nunca marcaron camino,
y de dos espaldas que se miran y se alejan al mismo tiempo.

Me fundo con la noche sin dejar que me confunda,
y le hago partícipe en primera persona del batido de luciérnagas de mi cabeza,
me expando y me contraigo,
todo a la vez,
y mientras, 
decido cual será mi próximo movimiento.

Desarmo mis conflictos internos,
y algo en mi garganta empieza a subir como si fuera lava,
lo expulso y me expulso y me encuentro,
lo busco y me busco, 
y me compro una brújula que indique cualquier norte,
cualquier horizonte inmaterial que me acoja,
cualquier destino que de forma a mis sueños,
o cualquier lugar mental al que pueda llamar hogar.

Fluyo por las venas de las calles entre la muchedumbre,
tengo un verso clavado en la memoria, 
y tanto ruido, 
que podría despertar a todos los pájaros de un soplido.

Me apago, 
me duermo sin desparecer, 
me posiciono en punto muerto en este torbellino,
me escondo de todos los fantasmas que me buscan,
mañana será otro día,
mañana ya no hablaré de ti,
mañana estaré sólo conmigo.





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