No tenemos
palabras que descarguen nuestras balas,
agua que
rebaje la intensidad del fuego.
Esa bomba que
crece en nuestras entrañas,
que hace que
en tu cabeza los pensamientos no estén quietos.
Estrés,
angustia, tierra con saliva;
gritar, vencer
e izar la bandera;
en el
laberinto romper las paredes en busca de salidas;
andar desnudos
aunque a veces llueva.
Rejas, luz
solo por una esquina;
calor,
humedad, se te pega en los huesos;
miedo en el
aire y la gente lo respira;
se están
volviendo locos los que decían ser cuerdos.
Polvo de
estrella guardado y nadie tiene la llave;
corazas,
armaduras, pistolas de una bala;
no se oye
nada, da igual que alguien hable;
y cuando todos
escuchan entonces el silencio calla.
Tinta sin
papel, pluma sin sus versos;
ganas de
correr pero no hay nunca espacio;
si ves la
campana siempre es demasiado lejos;
me retiro
ahora, pero cada vez más despacio.