lunes, 2 de febrero de 2015

Las vueltas de una moto



Arranca la moto y aún no tengo acabado el equipaje,
no se a donde vamos, y vamos muy deprisa.
Me cuentan que es una moto de un sólo viaje,
esta moto de la que te estoy hablando se llama vida.

Voy cruzándome a peatones de todo tipo;
con algunos incluso tengo tiempo de charlar;
y de repente un suceso que no estaba previsto,
veo a ese ángel en la puerta de un bar.

Hago que paren la moto para bajarme;
creo que me quedaré un buen tiempo aquí.
Con ella puedo estar sin que el tiempo pase,
con ella he encontrado la forma de ser feliz.

Empezamos a hablar mientras pasan las horas;
hablamos de todo y de nada al mismo tiempo;
también pasamos unos ratos a solas,
en los que cada uno sabe como ese primer beso.

Me pita el de la moto y me hace señas,
me dice que tenemos que seguir con el camino,
yo le digo que se vaya, que me quedo con ella,
que ya he encontrado de lo que me hablaba el destino.

Que con ella sé que estoy en mi casa,
y puedo volar sin moverme de su lado,
que ella es una flor de las que Dios regala,
y sin yo merecerlo la ha puesto entre mis brazos.

Pero tengo que regarla y cantarle a diario,
tengo que demostrarle que nunca le dejaré,
porque sin cariño se empieza a secar el tallo,
y cuando pasa eso la vida cae después.

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