martes, 31 de marzo de 2015

Un encuentro vulgar




Fue un encuentro vulgar al mediodía,
como una tarde de lluvia con cartas.
Ella iba, pero yo no volvía,
nunca me pare a pensar lo que me esperaba.

El viento levantó una sonrisa en mi costado
sin que yo lo hubiese permitido;
la verdad, no fue un encuentro prolongado,
pero si que se me antojó como un capricho.

Le perseguía con obsesión por una gran ciudad,
escondiéndome en farolas, no vaya a ser que me vea,
y de repente en mi mente un momento de oscuridad
Me dijo al oído: “Esta es la buena”.

Y es que yo como capitán de una fragata,
fuera de mi mar nunca supe estar estable,
pero es que esos ojos de gata,
no me digáis que no eran para acercarse.

Nunca tuve noticias de dicha dama,
también es que las dejé de buscar,
algo irreal no provoca nostalgia,
pero si no lo curas se vuelve enfermedad.

Yo nunca llegué a tener tiempo,
y ella nunca supo esperar.
Nuestro próximo encuentro,
nunca llegará a tener lugar.

Yo para entonces ya no usaba guantes,
y ella no se llevaba ninguna parte de mi vida,
y es que tal y como os había dicho antes,

fue un encuentro vulgar al mediodía.

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