martes, 6 de marzo de 2018

El color de tu ciudad

No sé en que momento pasamos de buscarnos a encontrarnos.
Pero si sé que a ese momento le podía llamar hogar.

Recuerdo que me invitaste a tu ciudad,
me dejaste mirar por tus ventanas,
pasear tus calles 
y quedarme a vivir.

Yo hice un pequeño jardín de dos,
para que pudiesemos ser uno,
y tú,
sin soltarme la mano,
te tumbaste a mi lado a descansar.

Plantamos sueños y sembramos alegría,
y cuando llegaban las tormentas,
en vez de huir,
nos mirábamos a los ojos,
y eso bastaba.

Empecé a acompasar mi vida a la tuya,
y poco a poco iba confundiendo mis manos con las tuyas,
hasta el punto 
en el que al hablar de mi, 
siempre lo hacía con tu nombre

No hay comentarios:

Publicar un comentario