Besé cada una de sus heridas,
abracé todos sus miedos,
compartí sus alegrías,
e impulsé todos sus sueños.
Le abracé con el alma,
le besé con poemas,
y cada mañana,
le regalaba una estrella.
Le dí todo quedándome sin nada,
pero quedándome sin nada lo conseguí todo.
Me enseñó a volar dándome sus alas,
para que el mundo me supiese a poco.
Aceptó mis derrotas,
amó mis defectos,
nunca jugaba en contra,
todo era perfecto.
Me sonreía con los ojos,
me buscaba con la boca,
parecíamos dos locos,
a los que el miedo no derrota.
Pero algo tan perfecto,
te puede matar o dar la vida,
y entonces sin quererlo,
este amor nos abrió una herida.
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