lunes, 25 de junio de 2018

Todo y nada basta

Rompo el tabú de no hablar de ti con mi almohada,
y empiezan a florecer los recuerdos de los días grandes.

Olvidé todas las razones para odiarte,
y empecé a recordar cuando deslumbrabas las fiestas,
cuando competías con los diamantes,
y del vértigo que daba volar contigo.

Le hablé de lo que me gustaba verte abrazar el mundo,
sonreír a los corazones,
y abrir ventanas donde cabíamos todos.

Pero sobretodo hablé de cómo me enamorabas:

Cuando bajabas la guardia conmigo 
y me enseñabas tu parte mortal.

Cuando me necesitabas con la mirada
y me buscabas con los brazos.

Cuando te derrumbabas
y yo me tumbaba contigo.

De la forma que tenías de enseñar tus heridas
y comprender las mías,
la forma que tenías de abrir tu corazón
y llenar el mío,
la forma que tenías de convencerme
de que en el amor sólo basta
con mirarse a los ojos.

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