El infinito a medio palmo de distancia,
y mientras,
la inmensidad sigue fracturada.
Nos abrazamos a lo certero,
nos sumergimos en lo efímero,
en el “ahora” sin “porqués”,
en el -ámame hoy que te quiero
y ya veremos mañana-.
Miramos a lo eterno a los ojos,
pero nos escondemos en el destino,
como si la vida fuese una correa que tira,
y el azar el compositor del resultado de nuestros actos.
Y yo te propongo una utopía,
una búsqueda del cielo
en las grietas de nuestro suelo,
un salto al vacío
rompiendo con lo establecido,
una apuesta de Fe por la victoria,
y una humildad
que marque las huellas de los sueños
que Él ha soñado con nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario